martes, 18 de agosto de 2009

Camino a los Emmy: Mad Men (Drama)

Nombre: Mad Men
Temporadas: 3(27 episodios)La 3ª comenzó a emitirse el pasado 16 de agosto. Cadena (AMC)
Creador: Matthew Weiner
Nominaciones a los Emmy: 16


Los primeros capítulos de Mad Men desconciertan porque no anticipan lo que va a mostrarse después. Uno los asume como guiones incialies bien trabajados pero quizá aún superficiales. Demasiados personajes y muy poco concretos: cada uno mantiene su individualidad –qué menos para una serie americana, en un país cuyo arte de escribir diálogos se ha vuelto universal–, pero no hay una rica conciencia palpitando tras las palabras. Yo, que detesto las series (con frecuencia resultan banales, pero alimentan una necesidad por encima de su contenido profundo), estuve a punto de abandonar a Don Drapper porque no veía nada en él que reclamase mi atenta observación.

El tiempo me enseñó que me precipitaba. Con el avance de los capítulos las personalidades se matizan y las circunstancias se vuelven más sombrías. El Piloto seducía al público por su atrevida y algo aprovechada visión constante de lo políticamente incorrecto: machismo, tabaco, alcohol. Una serie así no hubiera llegado muy lejos, pues lo nuevo se quiebra cuando se vuelve algo habitual. La belleza de la ficción debería resistir una y mil veces a nuestra severa mirada. Desde el momento en que nuestro gélido Don Drapper es un hombre que no existe; y desde que la vida de los personajes es un vaso de fina bohemia expuesto a ruidos demasiado agudos, la serie adquiere otro matiz y se torna sinuosamente brillante.

Me parece un acierto que los guionistas no centrasen la trama en el hermano de Don, en su secreto: el interés no reside en los hechos (premisa de todo gran arte) sino en lo que devienen, en la personalidad que los sustenta. Don Drapper es un ser vacío; también es un hombre sin fisuras. Dentro de la perpetua mentira en la que vive, el hombre real que se esconde tras la máscara se agita y sufre y se enamora, pero por encima de esos sentimientos sanguíneos se encuentra nada menos que su vida: mujer, hijos, trabajo, dinero. Y es un patrimonio demasiado amplio como para permitir que se derrumbe.

Todo en la serie se dirige a construir la diferencia entre quiénes somos, qué nos inculca la sociedad, y cómo asimilamos la diferencia. Cada uno representa el papel asignado, pero existen igualmente perdidos. A partir de la mitad, digamos, de la primera temporada, cada capítulo muestra una decadencia progresiva. Hombres alcohólicos e infieles, que creen entregarse al placer por su propia voluntad cuando en verdad se entregan al caos. Mujeres que ignoran si aún son niñas que se abandonan a los hombres para suplir sus propias carencias.

Sonaría anacrónico si el presente no se pareciese tanto a lo que esta serie muestra. El amor como deseo, y no como compromiso; la necesidad de mostrar una imagen externa opuesta a nuestro interior, pues se sustenta sobre hucos estereotipos que poco conllevan; una vida de ocio y ganancias materiales; vínculos personales tan elaborados como un jardín japonés, pero podridos por dentro; dramas personales que a nadie le importa salvo al que los padece… Todo en Mad Men es una máscara. Una serie chapada a la antigua que nos habla de hoy; hombres seguros de sí que tienen miedo; mujeres desubicadas que parecen ubicadísimas; productos que sólo se diferencian entre ellos porque se anuncian y seleccionan valores…

Cada mínimo detalle encaja; pero no como las figuras del Tetris, sino como en un cuadro impresionista. La serie se despliega poco a poco, color tras color, y es el conjunto el que nos deja anonadados. Al igual que ocurre con Los Soprano, la risa o el regocijo iniciales dejan paso poco a poco a sensaciones más densas, que nos obligan a cotejar nuestra experiencia y nuestros sentimientos con los de los personajes a cuya caída asistimos.

Mad Men es estimulante, es graciosa cuando debe, es variada, es (sobre todo) un drama sobre los frágiles e inmaduros pilares sobre los cuales, en el fondo, se asienta la existencia moderna. Qué poco sabemos estar a la altura, ya no de nuestro nombre, sino incluso de un nombre inventado. Vayamos adonde vayamos, triunfemos como triunfemos, nunca dejaremos atrás la sombra de ser nosotros mismos.

Si una serie puede medirse (y debería medirse así) por la variedad y amplitud de lo que provoca, incluyendo también la sana sorpresa, Mad Men está entre las primeras. Hacía mucho tiempo que no se describían con tanta sutileza las redes del vacío personal de nuestro mundo, radiante sin embargo de publicidad. Entre sus muchos personajes, quizá nos encante Peggy, la buena chica ingenua que llega alto ocultándose cada vez más; el homosexual reprimido pero galante con su esposa; el jefe vividor que desconoce el rumbo de sus egoístas sentimientos; la secretaria sensual que lo logra todo gracias a su sensualidad, pero que –desgracia la suya– esconde un talento superior a eso; el oportunista infantil con aspiraciones, egocéntrico y dañino; la esposa perfecta sin razón para estar casada, pero cuya felicidad depende directamente del matrimonio.

Da lo mismo.

En un nivel u otro, todos somos más Don Drapper. Todos hemos decidido que una parte de nuestro pasado debe quedar detrás. Que el fracaso (signifique lo que signifique) debe negarse. Que el olvido es necesario para ser alguien. Una vida construida con la argamasa de la negación.

Una grandísima mentira.

Y por eso precisamente más terrible, más compleja.

Javier C.

5 razones para ver Mad Men

Si mi gran amigo y mejor escritor Javier no os ha convencido con su texto de que comencéis a ver la serie, a continuación sintetizaré en cinco punto las razones por las que creo que no deberíais perdérosla.

1- La recreación de los años 60 como pocas veces los habíamos visto. La serie muestra sin complejos el machismo, alcoholismo o la feroz competencia de la sociedad americana de la época. Una recreación que con el paso de los capítulos se va diluyendo y nos recuerda a los ideales que hoy en día imperan en nuestra sociedad, lejos del optimismo de la era Kennedy que se nos suele enseñar.

2- Los personajes son tan reales que parece que se pueden tocar. Desde las dos obras maestras de HBO (Los Soprano y A Dos Metros Bajo Tierra) ninguna serie había mostrado personajes tan complejos, con tantas capas. Los malos no son malos del todo, y lo mismo pasa con los buenos (si es que los hay).

3- Es la serie de moda, de la que todos los "entendidos" hablan. Ha sido portada de la revista Time, el año pasado acaparó los grandes premios de la televisión y, aunque tiene muchos admiradores, sus detractores también son legión. ¿Obra maestra? ¿Bobada pretenciosa? La única manera de posicionarte en un bando es viéndola.

4- Es la serie de la contención. De la economía del lenguaje. Un gesto, una mirada O un par de palabras pueden expresar un mundo. Es la serie del subtexto, de las segundas y terceras lecturas. Una serie que no puedes ver mientras haces la comida. Trata a los espectadores como personas inteligentes, y nosotros se lo agradecemos.

5- Porque como toda buena obra de arte, Mad Men no es sólo una serie de televisión. Es una obra que pone en tela de juicio los pilares sobre los que nos asentamos. Que nos recuerda a nuestra sociedad más de lo que nos gustaría y que, al fin y al cabo, nos hace pensar, que nunca está de más.

Y de propina, os presento a Don Draper, protagonista de Mad Men.


Camino a los Emmy: Breaking Bad (Drama)

Ponte en situación. Eres un cincuentón, profesor de química de un instituto, un trabajo para el que estás sobrecualificado. Toda tu carrera y tus ambiciones personales las has sacrificado por tu familia. La economía familiar no pasa por su mejor momento, con lo que tienes que buscar un segundo trabajo en un lavadero de coches para costear los gastos de la llegada de tu segundo hijo, que nacerá en unos pocos meses. Así las cosas, te diagnostican un cáncer de pulmón inoperable.

¿Qué hacer?

Mantenerlo en secreto y comenzar a traficar con metanfetamina para dejar una buena herencia a tu familia. Al menos, eso es lo que hace Walter White.

Por su puesto, sabes como fabricar la droga, pero no tienes ni idea de qué hacer con ella, con lo que te asocias con un antiguo alumno tuyo, Jesse Pinkman, un chico que no prometía mucho en sus tiempos de estudiante y que está haciendo sus primeros pinitos en el tráfico de drogas.

Hasta este momento, aunque un tanto extraño, parece un buen plan. Pero no cuentas con una cosa. Tu nueva ocupación te gusta. Llena el vacío de ambiciones en el que has vivido las últimas décadas. Empiezas a sentirte útil, poderoso, imprescindible. Al mismo tiempo aparecen los problemas: un cuñado que trabaja en la fuerza antidroga, errores de novato en el tráfico del cristal, situaciones peligrosas y, sobre todo, dificultades para justificar las prolongadas ausencias en casa.

Y ahora ¿qué hacer?

¿Dejar la aventura cuando aun estás a tiempo? Parece lo lógico. Pero Dios, nunca te has sentido tan vivo, la sensación del peligro constante te gusta cada vez más. ¿Cuál es entonces la solución?

Mentir

Mentir a tu familia en todo momento, ocultar las salidas y llegadas, las llamadas, poner excusas absurdas con tal de seguir sintiéndote vivo, de continuar experimentando esas sensaciones tan intensas. Al fin y al cabo lo estás haciendo por ellos, por tu familia ¿O por ti? Te autoconvences de que es un sacrificio más, el último que haces por ellos antes de desaparecer. Pero lo cierto es que cada vez se trata más de un acto egoísta.

Tu mujer y tu hijo se preocupan por tus ausencias y tus extraños comportamientos, pero ya no hay vuelta atrás porque la mentira es cada vez más grande. Porque la mentira se ha vuelto tan grande que tú mismo comienzas a creértela. Cada vez te sientes menos Walter White y más Heisenberg, tu nombre "artístico" en el mundo del crimen. Sientes que Jesse Pinkman, tu asociado, es más tu familia que tu mujer y tu hijo.

Siguen las mentiras, porque ya son imparables. Porque ya no hay manera de detener esa espiral enorme que tú mismo has creado. Tu secreto, tu nueva vida, es ya la prioridad, y eso te vuelve más mezquino, más frío, te hace cometer actos cada vez más despreciables. Es el precio a pagar por proteger la mentira, que para ti ya se ha convertido en la verdad.


5 razones para ver Breaking Bad:

1- Bryan Cranston (el padre de Malcom en Malcom in the middle) hace un papel espectacular.
2- Los personajes secundarios son también muy interesantes y complejos, en especial Jesse Pinkman, el compañero de negocios de Walter.
3- El ritmo es pausado, pero no lento, algo nada habitual en televisión, directamente heredado de Los Soprano
4- Tiene grandes momentos de humor negro que recuerdan mucho al cine de los hermanos Coen.
5- Los finales de capítulo son casi siempre magistrales. Nada de dejarnos en medio de una escena como en Lost, True Blood o Prison Break. Contundentes, pero finales de verdad.

Si aun no te he convencido de que veas la serie, a continuación puedes ver la poderosa secuencia que abre el episodio piloto.

miércoles, 22 de julio de 2009

Triple crítica de películas en cartel (2)

Después de unas semanas de inactividad, nos volvemos a poner las pilas con una nueva revisión de algunas de las propuestas más destacadas de la cartelera actual. Analizamos la ópera prima de Borja Cobeaga, Pagafantas; la nueva entrega de la saga de Harry Potter y la tercera parte de las aventuras los animales prehistóricos de Ice Age. Además, te explicamos la (creemos) interesante dinámica que desarrollará la sección a partir de la semana que viene.

Antes de ir al meollo de la cuestión, las críticas, me complazco de informaros de que a partir de la semana que viene, esta sección va a desarrollarse durante alrededor de tres meses, de una manera uniforme. Salvo que la actualidad lo requiera, y tengamos que analizar alguna noticia importante sobre el mundo del cine o la televisión, desde ahora, todas las semanas actualizaremos con una crítica cinematográfica de una película de la cartelera y comenzaremos lo que vamos a llamar "Camino a los Emmy".

Como casi todos sabréis, los Emmy son los premios más importantes de la televisión americana. Pues bien, cada semana analizaremos una de las 14 series nominadas en las categorías "Mejor serie de drama" y "Mejor serie de Comedia", las categorías más importantes. Para hacerlo, me gustaría contar con colaboradores a los que les apetezca escribir sobre alguna de las series nominadas, para que no todo sea mi opinión. Si alguno está interesado, sólo tiene que dejar un comentario en esta entrada o escribirme un mail diciendo que serie estaría interesado en analizar.

Las series nominadas son las siguientes:

Mejor drama: Mad Men, Lost (ésta me la pido yo), Big Love, Breaking Bad, Dexter, Damages y House.

Mejor comedia: 30 Rock, The Office, Flight of the Conchords, Padre de Familia, Weeds, Cómo Conocí a vuestra Madre y Entourage

Después de esta nota informativa, vamos a ver qué nos han parecido los últimos estrenos.

Pagafantas



Antes de decir nada más, diré que me ha gustado. Me ha gustado mucho. De hecho, mi recomendación es que si tenéis pensado ir al cine en los próximos días, deberíais ir a ver esta película antes de que la quiten de la cartelera. Es más ¿Qué os cuesta? Estamos en mitad del mes de julio, con una ola de calor que prohibe salir a la calle antes de las siete de la tarde. En el cine se está a gusto. Hay aire acondicionado y el tipo que escribe SéptimoArte os promete que vais a disfrutar la peli. Si luego no os gusta, me echáis la bronca en los comentarios y lo aceptaré sin rechistar (Bueno, igual rechisto un poco)

Después de este bizarro prólogo, entramos en materia. Como he dicho, el debut en el largometraje de Borja Cobeaga me ha parecido muy positivo, muy esperanzador en el contexto del global del cine español. Demuestra que en este país se pueden hacer buenas películas sin olvidarse del gran público. El director ya había dado pistas de lo que podía hacer con su fantástico cortometraje "Éramos Pocos", con el que estuvo nominado al Oscar de Hollywood, pero con Pagafantas entra de lleno en la lista de nombres a tener en cuenta en el panorama cinematográfico nacional.

Hablando ya de la película propiamente dicha, estamos ante una comedia inteligente, gamberra, con mucho humor negro, grandes dosis de tragedia y ¡Oh, milagro!, ningún desnudo. Los chistes gruesos y zafios tan típicos de las comedias "a la española" no existen en Pagafantas. El humor es mucho más inteligente que todo eso. Es un humor incómodo, que provoca carcajadas de vergüenza ajena, sin huir de situaciones muy reales que todos hemos vivido, ya sea en nuestras propias carnes o en las de algún amigo.

Uno de los puntos fuertes de la película es su guión. Se nota que es un guión cerrado, revisado, meneado y pensado, en el que las situaciones no pasan porque sí, sino que las historias que empiezan, acaban. Con algunos elementos secundarios que van apareciendo a lo largo de la película aportando un ritmo pocas veces visto en las comedias españolas. Desde la historia de Bunbury hasta la de la señora Begoña, pasando por los mini-documentales demuestran que no es una sucesión de chistes que se van acumulando, se trata de un guión mucho más pensado que todo eso. Los diálogos también son unas de las claves de que la película funcione, pues su ritmo, el humor inteligente (pero sin pasarse) e incluso las coletillas funcionan a la perfección durante todo el metraje.

Mención aparte merecen los personajes, porque es posiblemente es la principal razón de que la película esté gustando tanto a la crítica como al público. Se trata de caracteres totalmente reconocibles en nuestro entorno. Sin tratarse de personajes de Dostoievski (ni falta que hace), son suficientemente complejos para que parezcan reales. Exagerados y caricaturizados (al fin y al cabo es una comedia) pero sin caer en excesos innecesarios que mantienen todo el rato la película con un tono de "riete, pero cualquier día te puede pasar a ti". A enfatizar este punto fuerte de la película contribuyen decisivamente los actores, principalmente la pareja protagonista formada por Gorka Otxoa y la bellísima Sabrina Garciarena, pero sin olvidarnos de Óscar Ladoire (simplemente genial) y Kiti Manver, ni de los chicos de Muchachada Nui, estupendos como siempre.

De todas formas, después de tanto halago, no quiero daros una impresión equivocada. Es una buena comedia, podríamos discutir si muy buena, pero nada más. Tampoco lo busca. No vayáis al cine esperando ver la película del año, porque os desilusionaréis. Lo que sí os encontraréis será con una hora y media de buena comedia, con la que os reiréis y pasaréis un buen rato. Motivos suficientes para ir al cine ¿no?

Nota: 8

Harry Potter y el Misterio del Príncipe



Antes de meterme de lleno en el universo HarryPotteriano, unas cuantas aclaraciones:

1. No soy fan de la saga.
2. Sólo me leí los dos primeros libros, y no me gustaron más que leer El País Semanal
3. Con esto no digo que los fans me parecen imbéciles ni nada por el estilo, sólo que a mí no me gustan.
4. Voy a ver las nuevas películas por inercia, porque "ya que he visto todas las demás..."
5. Como consecuencia de todo lo anterior, la fidelidad al libro me da exactamente lo mismo.
6. La anterior entrega me parece la peor de la saga con diferencia. Un insulto a la inteligencia.

Después de las aclaraciones pertinentes, y entrando de lleno en la película, lo primero que tengo que decir es que no es una sola película, son dos. Una me gusta, no me encanta pero me gusta. La otra me aburre soberanamente. Como para mí son dos películas distintas, hablaré de ellas invividualmente. A la primera la llamaremos "Harry Potter se mete en un capítulo de Al Salir de Clase" y a la otra "Harry Potter lucha contra los malos, que cada vez son más chungos"

Empezamos con "Harry Potter se mete en un capítulo de Al Salir de Clase". Como soy una persona abierta de mente, entiendo que en una película de adolescentes tenga que haber historias de amor de adolescentes. Hasta ahí puedo comprenderlo. Pero que esa trama llene más de la mitad de toda la película, cuando el mundo se ve amenazado por una ola de maldad que riete tú de Dart Vader, hay un trecho.

Eso en lo que se refiere al fondo. Si nos metemos en la forma, es para echarse a temblar. Actores de alrededor de veinte años interpretando a chavales de 16 que viven las relaciones amorosas como niños de 13. Un despropósito en toda regla. Ese amor virginal-megacasto made in Disney Channel me toca los huevos hasta límites insospechados. No digo que tengamos que ver un Física o Química en Hogwarts, pero hay un punto intermedio que permitiría a las escenas dejar de ser ridículas.

Lo positivo de esta parte de la película es que los actores demuestran que, tras haber trabajado juntos en seis películas, se complementan estupendamente, lo que hace que en más de una ocasión no tengan que verbalizar cada pensamiento, sino que con una mirada basta, lo que es muy de agradecer en cualquier película. En la otra cara de la moneda, al haber planteado la película de esta forma, Ron y Hermione dejan de lado sus papeles protagonistas de las anteriores películas para convertirse en personajes totalmente accesorios.

Menos mal, que en los descansos de esta película, tenemos unas cuantas entregas de "Harry Potter lucha contra los malos, que cada vez son más chungos" que, en mi opinión, es lo que salva la película de la ecatombe total.

No es que la película tenga grandes dosis de acción y tensión, pero mejora bastante lo visto en la anterior, en la que no pasaba absolutamente nada relevante. Pero lo poco que pasa, todo hay que decirlo, está muy bien hecho. La cinta gana en oscuridad respecto a sus predecesoras, sobre todo por los flashbacks de la infancia de Voldemort (¿de dónde han sacado a ese niño?). El personaje de Snape, lo mejor de todas las películas, sigue siendo igual de ambiguo y misterioso, y la evolución del "pequeño villano" Malfoy está muy bien lograda.

De todas formas hay un par de secuencias que me parece que están muy por encima del resto. La que abre la película, con los mortífagos recorriendo el Londres real (se nota que hay presupuesto) y una de las secuencias finales, para los que la hayan visto, la de las varitas en alto.

Como podéis ver, se trata de una película que en realidad son dos, así que sólo la recomiendo a los fans de la saga, que van a disfrutar más que con muchas de las anteriores, y a los que no sean fans que se sientan capaces de aguantar un capítulo de Hannah Montana para disfrutar la parte "con chicha" de la entrega.

Nota: 6

Ice Age 3: El Origen de los Dinosaurios



Al contrario de lo que me pasa con Harry Potter, las dos anteriores partes de Ice Age me gustaron. No me apasionaron como me pasa con la mayoría de las palículas de Pixar, pero me gustaron bastante. Y al contrario de lo que me ha pasado con la última entrega de Harry Potter, esta me ha aburrido soberanamente de principio a fin. Como es lógico, no me voy a quedar en el análisis superficial tipo "es una mierda", sino que voy a argumentar un poco mis motivos.

Sabemos que una de los principales negocios de Hollywood son las secuelas, y de hecho, como negocio es irreprochable. Sólo hay que ver la recaudación que ha conseguido la película tanto en Estados Unidos como en Nuestro país. El negocio funciona. Pero ¿no habría que saber decir ya?. La perdida de calidad de las secuelas resta deja un irremediablemente un mal sabor de boca en los espectadores de las películas. ¿No vivíamos mejor sin la segunda trilogía de Star Wars? ¿Y sin la última película de Indiana Jones? Los ejemplos son inagotables: Matrix, Misión Imposible, Saw, Parque Jurásico, Shrek, Jungla de Cristal, Arma Letal, las recientes entregas de Terminator... Señores magnates de Hollywood, os pregunto ¿no sabéis cuándo parar? Pues bien, Ice Age 3 es, en resumen, un claro ejemplo de no saber decir basta.

Para empezar, los chistes no funcionan. Y si en una película de humor los chistes no funcionan, es complicado salvar la película. En la primera película, los chistes del perezoso torpón funcionaban, los de Diego, el tigre con dientes de sable que no dejaba de quejarse también. Incluso los del mamut, al que en la segunda parte dan un empujón al encontrarle pareja. En esta entrega, cada vez que el tigre se queja, te aburres, cada vez que el perezoso se cae, o comete alguna torpeza, te da lo mismo y los chistes del mamut y su mujer no son mucho mejores que los de un capítulo de Escenas de Matrimonio. Y no culpo a los guionistas por ello, al fin y al cabo, no le vamos a pedir un gran arco argumental a un mamut.

¿Y cómo salvamos este embrollo? Obviamente, metiendo a Jack Sparrow (el de Piratas del Caribe) en la película. Si "funcionó" en las tres películas de la factoría Disney ¿cómo no va a funcionar en la nuestra? Hombre, el Jack Sparrow en forma de comadreja salva el tipo como personaje, pero la historia es tan simplona, y los demás personajes están tan manidos y exprimidos que no hay manera de sacar el despropósito adelante.

Porque la historia es tan compleja que la firmaría el mismísimo Charlie Kauffman. El perezoso, haciendo gala de su torpeza habitual, se pierde en un mundo paralelo que se encuentra debajo de donde viven los protagonistas. Los demás, van a salvarlo y, atención spoiler, ¡lo consiguen! La particularidad de esta tercera parte de la saga es que en el mundo en el que se pierde el perezoso hay dinosaurios. Lo de los dinosaurios es especialmente gracioso. Según he podido leer, en la primera película, los autores se documentaron sobre la Edad de Hielo, y una de las consignas básicas que obtuvieron por parte de los arqueólogos consultados fue "No metáis dinosaurios, pues desaparecieron 350 millones de años antes" Lo cierto es que lo respetaron. Pero claro, cuando llevas tres películas, las ideas se acaban, y me parece que visualizo la conversaci´´on entre los guionistas, a los que llamaremos Jack y Mike.

Jack (sudando): ¡Ya lo tengo! ¿Y si metemos dinosaurios?
Mike: Oh Jack, es una idea genial (genial es una palabra que sólo usan los americanos)
Jack: Pues nada, ve a comprar Budweisers y nos ponemos a ello.
Mike: Espera. Creo que había un problema en meter dinosaurios. Voy a mirar los papeles.
Jack: Tú y tus problemas Mike, pareces mi madre. Dame una calada de eso.
Mike: ¡Aquí está! (leyendo) "No se podrán introducir dinosaurios en la película, pues se extinguieron 350 millones de años antes de la época en la que se desarrolla la historia"
Jack: ¿Y qué, Mike?
Mike: ¡No me jodas Jack! (los americanos también se suelen llamar mucho por su nombre en una conversación, como para recordarte que se lo saben)
Jack: No veo el problema.
Mike: Pues que no se pueden meter dinosaurios porque estaban extinguidos.
Jack: Siempre tan tiquismiquis. Sí tenemos un mamut, un perezoso y un tigre que no sólo no se devoran entre ellos, sino que hablan. ¿Qué más dará si metemos unos dinosaurios? Déjale el rigor a las películas de nazis.
Mike: Pues también tienes razón. De hecho, tengo un título requeteoriginal.
Jack: ¿Así, de repente?
Mike: Es que ya sabes que yo soy de chispazos de inspiración. Se llamará "el origen de los dinosaurios"
Jack: Dios, eres bueno.
Mike: Por eso estás casado conmigo. Y dame eso de vuelta que te lo vas a fumar todo.

Quizás me he pasado un poco (a nadie se le ocurre un título tan rápido), pero estoy seguro de que pasó algo así. De todas formas, todo hay que decirlo, no todo en la película es malo, pues siempre nos quedará la ardilla Scrat y las dosis de maravilloso cine mudo que nos ofrece en cada entrega. En esta ocasión, le buscan una compañera de fatigas, y el resultado es igual de bueno que siempre. De hecho, la única razón por la que no me quedé dormido viendo semejante bodrio fue porque esperaba ansioso la llegada de la ardilla.

¿A quién le recomiendo la película?: A sadomasoquistas, a los que les gustó Shrek III y hablando más en serio, los niños la disfrutarán (todavía no tienen criterio). Por ellos, los niños, le pongo la nota que le pongo, y no un cero redondo que es lo que se merece.

Nota: 4

domingo, 14 de junio de 2009

Triple crítica de películas en cartel

Después del obligado descanso por obligaciones académicas, en SéptimoArte hemos hecho los deberes, es decir, hemos ido al cine y traemos tres críticas de películas actualmente en cartelera: una de animación (Los Mundos de Coraline) y dos comedias (Te Quiero, Tío y ¿Hacemos una Porno?)

Los Mundos de Coraline



Desde hace unos cuantos años, sobre todo gracias a Pixar, las películas de animación están encontrando un hueco más allá del público infantil. Coraline es una de esas películas que buscan llevar a las salas tanto a los más pequeños como a los adultos que buscan un poco de imaginación más allá de los prefabricados blockbusters de Hollywood. Y los que van al cine buscando eso, en Los Mundos de Coraline lo encontrarán en grandes dosis: imaginación a raudales, una realización perfecta y una historia parecida a la historia de siempre, pero con su pequeña vuelta de tuerca.

Aunque la película no se llama así en su idioma original, Los Mundos de Coraline no podría tener un título más adecuado. Desde el primer minuto, la historia te transporta a un mundo nuevo, con personajes estrafalarios, imágenes inolvidables y una protagonista que conecta con el espectador desde su primera aparición.

A los mandos de la historia se encuentra Henry Selick, director de la mítica Pesadilla Antes de Navidad, también rodada con la técnica del stop motion. Lo cierto, es que una vez que sabes esto, los paralelismos entre ambas películas no se pueden dejar de lado (historia infantil, toques de cine de terror, ambiente gótico...). Sin embargo, Los Mundos de Coraline consigue que te olvides de estas comparaciones y te sumerjas en la trama.

De todas formas, no todo van a ser cosas positivas. La historia, pese a tener un toque original, es bastante simplona. El desarrollo de la trama es muy predecible y su primera parte se sostiene más por la espectacularidad de sus imágenes que por el interés de la historia. Por el otro lado, la segunda mitad es trepidante, cada uno de los personajes es más estrafalario y divertido que el anterior (personalmente me encanta el padre) y consigue que pases momentos de tensión e incluso alguno de miedo.

En resumen, se trata de un pequeño cuento de terror con una realización simplemente maravillosa, y que, de regalo, nos deja una moraleja en forma de reflexión sobre la época que nos ha tocado vivir.

NOTA: 8,5

Te Quiero, Tío



Seguro que después de ver el tráiler ya te has dado cuenta de que no estamos ante la película del año. Posiblemente también pienses que va a ser una bazofia infumable. Bien y mal. Te Quiero, Tío no es una gran película, pero tampoco es una mala película. Se deja ver sin ningún problema y las casi dos horas de metraje se pasan muy rápido.

Con este largometraje continuamos explorando el hasta hace pocos años olvidado mundo de las comedias románticas sobre hombres y dirigidas a los hombres (Lío Embarazoso, Virgen a los 40...) pero con una especial particularidad. Normalmente el centro de la película es que el chico acabe con la chica, y aquí, el protagonista ya está prometido, de manera que lo que se narra es la hitoria de amor de dos amigos (son connotaciones sexuales de ningún tipo)

Pese a tratarse de una comedia, lo mejor de la película no son los gags, aunque hay algunos muy conseguidos y otros realmente malos. Lo mejor de la película es su manera de mostrar la amistad masculina, el amor entre dos tíos sin sexo de por medio, la diferencia de las relaciones entre hombres y mujeres. Especialmente bien logrados (me sentí bastante identificado) son la escena en el concierto de Rush, o la declaración de amor del final.

Fuera de estas cualidades, la cinta no deja de ser una clásica comedia romántica, con el mismo desarrollo y los mismos giros de siempre, con algunos momentos de humor grueso totalmente prescindibles y con unos personajes de lo más planos (especial reseña necesita el personaje de la novia, con menos desarrollo que la galleta de jengibre de Shrek).

De la quema de los personajes se salvan la pareja protagonista, que derrocha complicidad durante toda la película. Este es uno de los puntos fuertes de la película, del que principalmente tienen la culpa los más que correctos Paul Rudd y Jason Segel (Marshall en Cómo conocí a vuestra madre).

También merece la pena destacar la banda sonora de canciones, que incluye temas de Spoon, Rush o Pixies. Una buena opción si quieres ir al cine sin más pretensión que pasar un rato agradable y aislarte del mundo durante un par de horas.

Nota: 6,5

¿Hacemos una porno?



El título ya explica el argumento de la película, que por otra parte tampoco va mucho más allá de eso. Dos amigos de toda la vida, ahogados por la deudas, deciden hacer una película porno para salir del agujero. Los amigos, poco a poco se darán cuenta de que lo que sienten el uno por el otro es algo más que amistad y lo demás ya lo habéis visto en otras doscientas películas.

La diferencia con las otras trescientas películas es que Kevin Smith es un genio haciendo lo que hace. Su talento como cineasta es más bien limitado, pero hay pocos que escriban diálogos como él lo hace. Kevin Smith podría escribir una película que se basara en una conversación de dos amigos en un bar, y posiblemente sería una buena comedia. Tiene el talento de reproducir el habla cotidiana, pero hacer a sus personajes un punto más ingeniosos que la gente que le rodea. Y eso, es algo al alcance de muy pocos en el panorama cinematográfico.

Fuera de eso, la película es de lo más simplona, con los mismos giros de siempre, y un problema de identidad bastante grave, que se nota en la trama. ¿Qué quiere ser? ¿Una película romántica subida de tono? ¿O una comedia alocada? Los momentos en los que la película es una cosa y en los que es la otra no están muy bien armonizados, lo que hace que la película esté un tanto descompensada.

Pero de nuevo, hay muchos más motivos para disfrutarla que para despreciarla. Los diálogos, las referencias culturales, el trabajo de los actores o una realización superior a las anteriores películas del director hacen que se trate de un título muy recomendable para esta época veraniega, pese a no ser el mejor trabajo de Smith.

Nota: 7

jueves, 8 de enero de 2009

Musicoterapia Volumen II


Esta vez os diré poquitas palabras.

A veces estás triste y no sabes por qué estás triste. Te sientes sólo y no sabes por qué te sientes sólo. Sientes como si el mundo se te cayera encima. Como si nada tuviera sentido. Como si no te hubieran explicado bien cómo se hace esto de vivir.

No pasa mucho. Pero a veces pasa.




Cuando me pasa a mí, escucho a Radiohead.

Este recopilatorio, como ya dije que me gustaba, sólo tiene 10 canciones. Hay, por lo menos, una de cada disco, para que veáis lo buenos que son.

No hace falta que estéis tristes para escucharlo, pero si queréis optimizar sus efectos, ruego sigáis las instrucciones indicadas a continuación.

SUMÉRGETE EN TI MISMO EN 20 CÓMODOS PASOS (por gentileza de Radiohead y Hablando por hablar)

1. Descarga esta colección de canciones. También puedes en este otro sitio si te gusta más.
2. Descomprime el archivo. No me seas animal intentando escuchar el librito.
3.Introduce el recopilatorio en tu mp3
4. Coge los auriculares más cercanos.
5. Introduce los auriculares en el agujero del mp3 especialmente diseñado para ello.
6. Apúntate el resto de los pasos en un papel si estás siguiendo los pasos en este momento.
7. Apaga el ordenador (ves por qué lo decía)
8. Apaga la luz.
9. Apaga la otra luz (¿no te da vergüenza tener tantas luces encendidas según está el planeta?)
10.Cierra la puerta con el cartel de no molestar.
11.Cierra la ventana y baja las persianas.
12. Dirígete a tu cama y métete dentro.
13. Métete más dentro. Todo el cuerpo dentro, como si te estuvieras escondiendo.
14. Enciende tu mp3.
15. Dale al play.
16. Cierra los ojos.
17. Disfruta.
18. Si lloras no pasa nada. No serás el primero ni el último.
19. Levántate. Cuando puedas. No hay prisa.
20. Dame las gracias. También puedes odiarme. Lo que prefieras. Seguramente me dará igual porque estaré en el paso 17.


Abrazos virtuales.